A la luz de las velas,
en esta noche tranquila,
susurro a la muerte
que no hay temor alguno
que pueda vencerme,
que no hay miedo ninguno
que pueda estremecerme.
A la luz de un candil
soplaré en tu nuca
para que te estremezcas
de pasión
y de amor,
de locura,
de ternura
y de corazón.
A la luz de la luna
te ofreceré un beso
hecho de los últimos suspiros
que de mis labios han salido
para que demostremos al mundo
todo el amor que profesamos
y todo el cariño que nos tenemos,
porque yo te quiero, te amo
y te adoro mi cielo,
mi amor.
ÓSCAR GONZALEZ PARDO.
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